jueves, 17 de septiembre de 2009

ESTACION DE TRENES


La Araucanía era un territorio inexplorado hacia fines del siglo XIX, por lo que se inicia un plan militar que incorpora el territorio denominado hasta ese entonces como La Frontera. Una vez consolidado el proceso de “Pacificación”, hacia fines de siglo el gobierno de José Manuel Balmaceda da comienzo a un plan para incorporar este territorio a la economía nacional, donde el ferrocarril jugaba un rol fundamental.

El Ferrocarril

Hacia 1883, el Estado era dueño con su red central y ramales de más de novecientos kilómetros de líneas férreas. Estas vías se dividían en tres administraciones las cuales se regían por sus propios reglamentos internos. Esto originaba un desorden que perjudicaba el desarrollo fluido de este medio de transporte. Por ello en el año 1884, el 4 de enero se creaba por ley de la República la Empresa de Ferrocarriles del Estado, institución que se encargaría de la administración de toda la red estatal que comprendía antiguas administraciones. 
La construcción de un ferrocarril, no sólo plantea una intervención en el paisaje rural a través del despliegue de líneas, durmientes y cables, sino también desencadena un proceso de transformación, física, económica y cultural en los asentamientos urbanos cercanos a su radio de acción. Es así como un pequeño poblado alejado de centros urbanos importantes, puede integrarse al resto del país con el simple hecho de contar con una estación ferroviaria.

La Estación

A fines del siglo pasado nuestra actividad cultural era profundamente influenciada por los dictados del arte europeo. Para la ejecución de las estaciones del ferrocarril se trajo a ingenieros contratados por la Dirección General de Obras Públicas para el ferrocarril del sur, quienes traspasaron a sus pares chilenos el conocimiento y la técnica utilizada en Europa.
A pesar de ser volumétrica y proporcionalmente muy distintas a las europeas, las estaciones de la Araucanía tuvieron el mismo impacto urbano que estas. La estación, en su expresión es un lenguaje austero, desarrollando una ornamentación elemental, pero que se adapta con gran propiedad a los recursos del momento y a su naturaleza de se, una arquitectura por necesidad es así como muchos poblados se fueron generando a partir del ferrocarril, como Quilquén, Trigal, Collipulli, Selva Oscura, Quillém, PUA antes que la plaza y la iglesia ya estaba construida la estación y en otros, en tanto, no pasó de ser una estación como es el caso de la hacienda Cullinco, en Victoria.




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